Dispepsia funcional: un enfoque práctico en su abordaje diagnóstico

Dispepsia funcional: un enfoque práctico en su abordaje diagnóstico

Luis A. González-Torres 1 , José C. Jiménez-Castillo 2 , José L. Hernández-Pérez 2 , Marianela Suárez-Fernández 3 , Raúl A. Jiménez-Castillo 1

1 Servicio de Gastroenterología y Endoscopía Digestiva, Departamento de Medicina Interna, Hospital Universitario Dr. José Eleuterio González, Nuevo León, Monterrey, México; 2 Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de Nuevo León, Nuevo León, Monterrey, México; 3 Instituto de Investigaciones Médico-Biológicas, Universidad de Veracruz, Veracruz, Veracruz, México

*Correspondencia: Raúl A. Jiménez-Castillo. Email: raulalbertojc10@gmail.com

Fecha de recepción: 27-05-2025

Fecha de aceptación: 27-06-2025

DOI: 10.24875/CGM.25000003

Disponible en línea: 08-10-2025

Clín. Gastroenterol. Méx. 2025;1(2):128-138

Resumen

La dispepsia funcional (DF) es un trastorno común caracterizado por dolor o malestar abdominal superior crónico o recurrente sin anomalías estructurales en el tracto gastrointestinal. Se clasifica en dos subgrupos según los síntomas: síndrome de malestar posprandial y síndrome de dolor epigástrico. Su fisiopatología implica varios mecanismos, incluyendo retraso en el vaciamiento gástrico (30% de los pacientes con DF), acomodación (especialmente en el síndrome de malestar posprandial) e hipersensibilidad visceral (umbral del dolor reducido o una respuesta exagerada a un estímulo doloroso). La prevalencia de hallazgos endoscópicos clínicamente significativos en sujetos con dispepsia no investigada es baja, pero el elevado número de pacientes afectados es relevante. Menos del 10% de los pacientes tienen una úlcera péptica y menos del 1% tienen cáncer gastroesofágico; así, basándose en los hallazgos endoscópicos, una revisión sistemática y metaanálisis encontró que más del 70% de los sujetos con síntomas dispépticos cumplen los requisitos para un diagnóstico de DF. Las opciones de tratamiento incluyen modificaciones en la dieta, establecimiento de una relación médico-paciente, inhibidores de la bomba de protones, procinéticos, neuromoduladores y terapias conductuales. Los casos graves y refractarios pueden requerir terapias combinadas o tratamientos experimentales.

Palabras clave:  Dispepsia funcional. Endoscopía. Epigastrio.

Contenido

Introducción

El término «dispepsia» proviene de las palabras griegas δυς- (dys-) y πέψη (pepse), las cuales se traducen como «difícil digestión»1. Al hablar de dispepsia, generalmente se hace referencia al dolor de origen gastroduodenal que tiene ciertas características, las cuales son detalladas a lo largo del capítulo. La prevalencia de la dispepsia varía según los países y los criterios utilizados para su diagnóstico; se estima que hasta el 20.8% de la población general la presenta, pero se necesitan más estudios con una metodología homogenizada2.

En el presente artículo revisamos los aspectos generales de la dispepsia, haciendo énfasis en el abordaje diagnóstico de la DF.

Definición de dispepsia y de dispepsia funcional

Es importante distinguir entre la dispepsia como síntoma y el diagnóstico de DF. Los síntomas dispépticos son definidos por el American College of Gastroenterology como un dolor epigástrico de al menos 1 mes de duración, que puede estar o no asociado a plenitud epigástrica, náuseas o vómito3. Para llegar al diagnóstico de DF es indispensable excluir patologías orgánicas como causa de los síntomas.

La exploración física no ha demostrado ser lo suficientemente precisa para distinguir entre la dispepsia orgánica y la DF4, por lo que son necesarios estudios diagnósticos para diferenciarlas3. Se sugiere realizar endoscopía superior en pacientes con dispepsia no investigada y edad > 55-60 años, con síntomas o signos de alarma (pérdida de peso no intencionada, sangrado intestinal, disfagia, vómito persistente, anemia por deficiencia de hierro, masa epigástrica), para descartar causas estructurales, aunque incluso con la presencia de estos síntomas la posibilidad de malignidad sigue siendo baja5. Esto fue demostrado por Ford et al.6 en una revisión sistemática y metaanálisis al hallar que, del total de los pacientes estudiados por dispepsia con realización de una endoscopía superior, el 72.5% no presentaban alteraciones, el 20% tenían esofagitis erosiva, el 6% úlcera péptica, el 1.1% esófago de Barrett y solo el 0.4% cáncer gastroesofágico.

Epidemiología

La prevalencia global de dispepsia no investigada (criterios Roma III) es del 20.8%2, con una variación importante según el área geográfica; así, en América del Sur se reportó un 37.7%, en África un 35.7%, en el sur de Europa un 24.3%, en Norteamérica un 22.1%, en el norte de Europa un 21.7%, en Australia un 20.6%, en el este de Europa un 15.2%, en el suroeste de Asia un 14.6% y en Centroamérica un 7%. En el año 2012, un estudio mexicano reveló que la prevalencia de este padecimiento era del 8%7.

En 2018 se realizó un estudio en Canadá, los Estados Unidos de América y el Reino Unido, que reportó una prevalencia de DF (Criterios de Roma IV) del 8%, el 12% y el 8%, respectivamente8. La prevalencia de DF fue mayor en el sexo femenino. Los autores mencionan que la diferencia en la prevalencia entre los países puede ser por factores genéticos, culturales, socioeconómicos, dietéticos y ambientales8.

El consenso mexicano sobre DF reporta una prevalencia del 6.9% en Argentina, del 7.2% en Colombia, del 6.59% en México y del 10.6% en Brasil9,10.

Criterios diagnósticos de la dispepsia funcional: el Consenso de Roma a través del tiempo

En la década de 1980 surgieron grupos multinacionales que buscaron la homogenización de los trastornos gastrointestinales funcionales, lo que constituyó la base para establecer los criterios de Roma11.

Los Consensos de Roma I y II definieron la dispepsia como dolor en el abdomen superior, plenitud posprandial, distensión del abdomen superior, saciedad temprana, ardor epigástrico, náuseas, vómito y eructos11,12. El Consenso de Roma III excluyó algunos síntomas y definió la plenitud posprandial, la saciedad temprana, el dolor epigástrico y el ardor epigástrico como síntomas gastroduodenales sugestivos de dispepsia; en este consenso se dejaron de usar los términos «dispepsia ulcerosa», «dispepsia por dismotilidad» y «dispepsia inespecífica», y se introdujeron el síndrome de distrés posprandial y el síndrome de dolor epigástrico13. El último Consenso de Roma (IV), en 2016, estableció que la DF se conforma por la presencia de al menos uno de los siguientes síntomas: saciedad temprana, dolor epigástrico, plenitud posprandial y ardor epigástrico. Los síntomas deben estar presentes durante los últimos 3 meses y haberse iniciado en los 6 meses previos. Además, es obligatoria la exclusión de trastornos orgánicos como causa de la dispepsia14 (Tabla 1). Actualmente, la Fundación Roma se encuentra en proceso de elaboración de los criterios de Roma V y se planea su publicación en el año 2026.

Tabla 1. Criterios de Roma IV para dispepsia funcional

Entidad Criterios diagnósticos Notas/Datos de apoyo
Dispepsia funcional (DF) Uno o más de los siguientes:
 – Plenitud posprandial molesta
 – Saciedad temprana
 – Dolor epigástrico
 – Ardor epigástrico
Sin evidencia de enfermedad estructural que explique los síntomas (incluye endoscopia) Síntomas presentes ≥ 3 meses, inicio ≥ 6 meses antes del diagnóstico
Para clasificar:
 – Síndrome de distrés posprandial (SDP)
 – Síndrome de dolor epigástrico (SDE)
B1a. Síndrome de distrés posprandial (SDP) Al menos 1 de los siguientes ≥ 3 días/semana:
 – Plenitud posprandial molesta (interfiere en actividades habituales)
 – Saciedad temprana molesta (evita terminar una comida de tamaño normal)
Sin enfermedad orgánica, sistémica o metabólica que lo explique
Síntomas presentes en los últimos 3 meses, inicio ≥ 6 meses antes
Pueden coexistir: dolor/ardor epigástrico, distensión epigástrica, eructos excesivos, náusea
La pirosis no es síntoma dispéptico (puede coexistir)
Síntomas que se alivian con evacuación o gases no son DF Puede coexistir con ERGE o SII
B1b. Síndrome de dolor epigástrico (SDE) Al menos 1 de los siguientes ≥ 1 día/semana:
 – Dolor epigástrico molesto (interfiere en actividades habituales)
 – Ardor epigástrico molesto (interfiere en actividades habituales)
Sin enfermedad estructural que lo explique (incluye endoscopia)
Síntomas presentes en los últimos 3 meses, inicio ≥ 6 meses antes.
El dolor puede ser inducido o aliviado por alimentos, pero puede presentarse en ayunas Puede coexistir: distensión epigástrica, eructos, náusea Pirosis no es síntoma dispéptico (puede coexistir)
El dolor no debe cumplir criterios de dolor biliar.
Otros síntomas (ERGE, SII) pueden coexistir

Traducida de Stanghellini et al.32

Cuestionario PAGI-SYM

En 2004 se desarrolló un cuestionario de autoevaluación conocido como índice de gravedad de los síntomas en la evaluación del paciente con trastornos gastrointestinales superiores (PAGI-SYM, Patient Assessment of Upper Gastrointestinal Disorders-Symptom Severity Index)15. Para ello, en un estudio se incluyeron 767 pacientes con DF (náuseas, saciedad temprana, plenitud posprandial, náusea con o sin síntomas, y dolor epigástrico, según Roma II). El cuestionario PAGI-SYM ha demostrado una excelente reproducibilidad, lo cual lo posiciona como una herramienta útil tanto en la práctica clínica como en investigación. La consistencia interna indicó una elevada correlación entre los elementos que componen cada subescala sintomática; además, la confiabilidad test-retest reflejó una estabilidad temporal adecuada de las puntuaciones. Estas propiedades psicométricas respaldan el uso del PAGI-SYM como instrumento estandarizado para cuantificar la gravedad de los síntomas en la DF y evaluar la respuesta al tratamiento en ensayos clínicos o en el seguimiento longitudinal16.

Aunque el cuestionario PAGI-SYM no cuenta con un valor de corte diagnóstico definido para DF, se ha establecido que una reducción de al menos 0.6-0.7 puntos en subescalas clave (como plenitud posprandial, saciedad temprana o dolor epigástrico) representa cambios clínicamente significativos, lo cual permite valorar de forma objetiva la eficacia de las intervenciones terapéuticas. La tabla 2 muestra la versión en español de este cuestionario17.

Tabla 2. Cuestionario PAGI-SYM en español

Síntomas Grado de afección
1. Sensación de dolor quemante en el pecho o la garganta durante el día 0 1 2 3 4 5
2. Regurgitación líquida que sube desde el estómago hacia la garganta durante el día 0 1 2 3 4 5
3. Sensación de náuseas en el estómago como si se estuviera listo para vomitar 0 1 2 3 4 5
4. Dolor abdominal en el área superior del ombligo 0 1 2 3 4 5
5. Llenura del estómago 0 1 2 3 4 5
6. Pérdida del apetito 0 1 2 3 4 5
7. Malestar abdominal en el área superior del ombligo 0 1 2 3 4 5
8. Hinchazón: sensación como si necesitara aflojar la ropa 0 1 2 3 4 5
9. Acidez: dolor quemante que va del pecho o la garganta hacia el abdomen 0 1 2 3 4 5
10. Regurgitación de líquido del estómago hacia la garganta 0 1 2 3 4 5
11. Dolor abdominal en el bajo vientre (por debajo del ombligo) 0 1 2 3 4 5
12. Sensación de malestar dentro del estómago que dura todo el día 0 1 2 3 4 5
13. Sabor amargo o ácido en la boca 0 1 2 3 4 5
14. Malestar abdominal por debajo del ombligo 0 1 2 3 4 5
15. Sensación de malestar dentro del pecho durante la noche (al dormir) 0 1 2 3 4 5
16. Deseo de vomitar sin que se presente vómito 0 1 2 3 4 5
17. Estómago o vientre visiblemente hinchados 0 1 2 3 4 5
18. Vómito 0 1 2 3 4 5
19. No ser capaz de terminar de comer el almuerzo completo 0 1 2 3 4 5
20. Sentirse totalmente lleno después de las comidas 0 1 2 3 4 5

Escala de gravedad: 0 = ninguno, 1 = muy leve, 2 = leve, 3 = moderado, 4 = grave, 5 = muy grave.

Pictogramas

Dado que la percepción de los pacientes respecto a sus síntomas es fundamental para identificar correctamente el síntoma predominante, se han desarrollado herramientas visuales, como los pictogramas, para facilitar la comunicación médico-paciente.

Tack et al.18 propusieron un modelo de pictogramas (Fig. 1) basado en el índice de gravedad de los síntomas de dispepsia y el cuestionario PAGI-SYM. En su estudio reclutaron pacientes con diagnóstico de DF con edades entre 18 y 70 años que cumplieran con los criterios de Roma III. El objetivo fue evaluar si la adición de pictogramas a las descripciones verbales mejoraba la comprensión y la evaluación de los síntomas. Los resultados fueron contundentes, pues la concordancia global entre la evaluación de los síntomas realizada por el paciente y por el médico aumentó del 36% al 48% al incluir los pictogramas. Esta mejoría fue notable en síntomas como distensión abdominal y ardor epigástrico, en los que el acuerdo fue significativamente superior con el uso de pictogramas; sin embargo, no se observó beneficio adicional en la evaluación de la náusea y el vómito. El uso de representaciones visuales facilitó la distinción entre síntomas que suelen confundirse, como el ardor epigástrico frente a la pirosis retroesternal, o la plenitud posprandial frente a la distensión abdominal.

Figura 1. Pictogramas que facilitan la identificación de padecimientos en los sujetos con dispepsia. A: localización del estómago. B: plenitud posprandial. C: saciedad temprana. D: dolor epigástrico. E: ardor epigástrico. F: distensión abdominal superior. G: náuseas. H: vómito. l: pirosis. J: regurgitación (adaptado de Tack et al.18).

En el año 2023, Schmulson et al.19 realizaron un estudio en México con los criterios de Roma IV, en el que exploraron el término en inglés bloating, hinchazón en español. Compararon la descripción oral con el uso de pictogramas, y reportaron que los pictogramas eran mejores para describir los síntomas de bloating y distensión19.

Estos hallazgos sugieren que la incorporación de pictogramas puede mejorar la precisión con que los pacientes comunican sus síntomas, y podrían representar un avance útil tanto en la práctica clínica como en el diseño de ensayos clínicos sobre la DF.

Características y factores de riesgo de la dispepsia funcional

Se han descrito diversos factores asociados a la DF, como el sexo femenino, el consumo de tabaco, el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINE), un índice de masa corporal (IMC) elevado, afecciones psicológicas, diferencias étnicas, dispepsia posinfecciosa (gastroenteritis), consumo de comida alta en grasas, diferencias socioeconómicas e infección por Helicobacter pylori20.

Arnaout et al.21 realizaron un análisis de 5506 pacientes de 15 países diferentes, cuyo objetivo fue reportar la prevalencia y los factores de riesgo asociados a la DF. Identificaron la edad > 60 años, el sexo femenino, el IMC elevado, la presencia de comorbilidad y la residencia rural como factores de riesgo asociados a DF. La comorbilidad incluyó hipertensión, diabetes mellitus, enfermedades autoinmunitarias, migraña o cefalea, anemia, asma, cardiopatía isquémica, antecedente de COVID-19 y endometriosis. El antecedente de cirugía abdominal, el consumo de café, más de 8 horas de sueño, el tabaquismo, el trabajo de informática, tecnología, ingeniería de computación, enseñanza y economía, y la exposición a altos niveles de estrés, también estuvieron asociados.

Wang et al.22 realizaron un estudio retrospectivo en el que incluyeron 8875 casos de DF y 320,387 controles. Realizaron una búsqueda sistemática de los factores de riesgo para DF e identificaron los siguientes: ansiedad, depresión, somatización, trastornos del sueño, ingesta de alimentos altos en grasas, ingesta frecuente de comidas ultraprocesadas, tabaquismo, enfermedad hepática esteatótica asociada a disfunción metabólica, sexo femenino, uso de AINE, infección por H. pylori, sobrepeso y obesidad, antecedente de gastroenteritis aguda, consumo de alimentos picantes, estatus socioeconómico bajo, estreñimiento, diabetes mellitus, consumo de alcohol, síndrome de intestino irritable, enfermedades tiroideas y consumo de cafeína.

La coexistencia de la DF con otras enfermedades del eje cerebro-intestino, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico, el estreñimiento funcional y el síndrome de intestino irritable, es frecuente23. Long et al.24 describieron que los factores de riesgo para presentar superposición de DF con otros padecimientos del eje cerebro-intestino son el sexo femenino, el antecedente de gastroenteritis, la ansiedad, la depresión y la alteración en la calidad del sueño.

Fisiopatología de la dispepsia funcional

La fisiopatología de la DF no se comprende por completo, pero se han propuesto diversos mecanismos que podrían explicar sus manifestaciones clínicas. Entre los más estudiados se encuentran las alteraciones en la motilidad gástrica, la sensibilidad visceral, la integridad de la mucosa gástrica y la interacción del eje cerebro-intestino.

En pacientes con síndrome de distrés posprandial se han descrito alteraciones como la reducción en la acomodación gástrica, la sobrecarga antral, la inhibición del reflejo de la relajación gástrica y el retraso en el vaciamiento gástrico; todos contribuyen a la sensación de plenitud precoz y la saciedad anormal20,25.

La hipersensibilidad mecánica gástrica se ha relacionado con síntomas como dolor epigástrico, plenitud posprandial, distensión abdominal y eructos. Por su parte, la hipersensibilidad química, atribuida a un aumento en la sensibilidad al ácido gástrico (exógeno y endógeno), se asocia principalmente con náusea20.

En los estudios moleculares, se ha identificado la participación del receptor de potencial transitorio vaniloide 1, activado por la capsaicina, estímulos mecánicos, mediadores inflamatorios, ácido, prostaglandinas, microorganismos y factores de crecimiento. Su activación induce la liberación de neuropéptidos, como la sustancia P y el péptido relacionado con el gen de la calcitonina, lo cual podría amplificar la sensibilidad gástrica y la respuesta inflamatoria2628. También se ha reportado una disminución en la expresión de moléculas inmunorreguladoras, como el ligando Fas y el gen HLA-DRA, involucradas en la apoptosis celular, la homeostasis de linfocitos y la regulación de células B, lo que sugiere una disfunción inmunitaria local20. En este sentido, la presencia de eosinofilia y el aumento en la permeabilidad duodenal se han vinculado a síntomas de distrés posprandial, reforzando la hipótesis de la inflamación de bajo grado20,25,29,30.

Por otra parte, la disbiosis intestinal, especialmente en el duodeno, se ha relacionado con peor calidad de vida y síntomas más intensos en la DF. Las alteraciones en la composición de la microbiota, los cambios en el metabolismo de los ácidos biliares y la proliferación de bacterias proinflamatorias podrían promover una inflamación crónica y la disfunción de la barrera epitelial20,31.

Finalmente, se ha identificado una disfunción en el eje cerebro-intestino, en la que intervienen factores como el estrés, la activación inmunitaria, la alteración de la barrera intestinal y la microbiota. Estas alteraciones pueden modular tanto la percepción visceral como el estado emocional del paciente a través de vías neuroendocrinas y neurotransmisores20,31.

El papel de la endoscopía en la dispepsia funcional

La definición de dispepsia ha experimentado importantes cambios a lo largo del tiempo. Mientras que las primeras definiciones incluían síntomas como ardor epigástrico, náusea, vómitos y eructos dentro del complejo de síntomas dispépticos, los Consensos de Roma III y IV han reducido significativamente el perfil de síntomas13,32,33. El Consenso de Roma IV definió la dispepsia como la presencia de síntomas crónicos originados en la región gastroduodenal32. Según este consenso, los cuatro síntomas cardinales de la dispepsia son plenitud posprandial, saciedad precoz, dolor epigástrico y ardor epigástrico no irradiado32.

Específicamente, la DF se define como la presencia de síntomas dispépticos crónicos en ausencia de una enfermedad orgánica que los explique32. Los síntomas no sirven para distinguir de manera fiable entre DF y dispepsia orgánica32,34. En consecuencia, en la práctica clínica, la endoscopía superior se realiza para descartar causas orgánicas. La prevalencia de hallazgos endoscópicos clínicamente significativos en sujetos con dispepsia no investigada es baja, pero el elevado número de pacientes afectados no es despreciable. Menos del 10% de los pacientes tienen una úlcera péptica, y menos del 1% tienen cáncer gastroesofágico6. Así, basándose en los hallazgos endoscópicos, una revisión sistemática y metaanálisis encontró que más del 70% de los sujetos con síntomas dispépticos cumplen los requisitos para un diagnóstico de DF6.

Por tanto, las directrices actuales sugieren realizar una endoscopía superior para pacientes de 60 años o más con el fin de descartar malignidad; sin embargo, no se recomienda realizarla sistemáticamente para descartar malignidad en pacientes menores de 60 años, ya que su riesgo de cáncer es bajo incluso con síntomas de alarma3. Para los pacientes menores de 60 años se recomienda realizar pruebas no invasivas para H. pylori, como el análisis de antígenos en heces3,35.

Dispepsia funcional frente a gastroparesia

Es fundamental distinguir a los pacientes con DF de los que presentan gastroparesia, y comprender mejor la relación entre los síntomas, el vaciado gástrico y la alteración de las respuestas sensoriales periféricas y centrales a los estímulos gástricos. Para diferenciar estas patologías, se utilizan diversas modalidades de diagnóstico.

El diagnóstico diferencial consta de dos pasos36. En primer lugar, debe excluirse la obstrucción mecánica mediante técnicas de imagen (preferentemente endoscopía superior y enterografía por tomografía computarizada o resonancia magnética). En segundo lugar, deben evaluarse las anomalías de la motilidad mediante un gammagrama de vaciamiento gástrico o una manometría antroduodenal.

Aunque existen varios métodos para medir objetivamente el vaciamiento gástrico, la gammagrafía de vaciamiento gástrico con alimentos sólidos es el de referencia37. Los criterios estandarizados conjuntos de la American Neurogastroenterology and Motility Society y la Society of Nuclear Medicine establecen que una retención gástrica > 90% a 1 h, > 60% a 2 h, > 30% a 3 h y > 10% a 4 h es diagnóstica de vaciamiento gástrico retardado38. Sin embargo, se ha descrito que los síntomas no se correlacionan con la gravedad del retraso del vaciamiento gástrico ni con la respuesta a los procinéticos39.

El problema fundamental para distinguir entre la DF y la gastroparesia es que el vaciamiento gástrico retardado puede estar presente hasta en el 25% de los pacientes con DF. Ante esto, algunos autores han propuesto que la definición de gastroparesia debe ser más estricta (> 60% de alimento retenido después de 4 horas), aunque su incidencia disminuiría considerablemente40.

Otra opción para evaluar el tiempo de vaciamiento gástrico es la prueba de aliento con carbono 1341. Numerosos estudios han validado la capacidad de la prueba de aliento para cuantificar el vaciamiento gástrico42. Debe tenerse en cuenta que algunas enfermedades hepáticas y pulmonares pueden afectar al metabolismo del CO2 y, en consecuencia, los resultados de la prueba.

Otra prueba diagnóstica es la cápsula de motilidad inalámbrica, que mide la presión, la temperatura, el pH y la motilidad (gástrica, intestinal y colónica). Utilizando un punto de corte de 5 horas para el vaciamiento gástrico, la cápsula puede diferenciar el vaciamiento gástrico normal del retardado con una sensibilidad del 87% y una especificidad del 92%13. En un estudio en el que se compararon la cápsula de motilidad inalámbrica y la gammagrafía de vaciamiento gástrico, la correlación fue del 73% a las 4 horas43. Por lo tanto, estas tres pruebas son modalidades válidas para la evaluación diagnóstica de la gastroparesia.

La manometría antroduodenal contribuye a diferenciar los orígenes neuropáticos o miopáticos de la gastroparesia44. Esta prueba determina la presencia del complejo motor migratorio. En los pacientes con neuropatías se detectan contracciones descoordinadas de amplitud normal, mientras que las contracciones de baja amplitud o totalmente ausentes sugieren un origen miopático. En pacientes con diabetes mellitus de tipo 1 o 2, la fase III del complejo motor migratorio suele estar abolida. Desgraciadamente, esta prueba está limitada a pocos centros y es mal tolerada por los pacientes.

El barostato gástrico es un método estándar en la evaluación de la acomodación gástrica; sin embargo, es invasivo y mal tolerado en la práctica clínica.

Las técnicas recientemente desarrolladas, como la tomografía computarizada por emisión de positrones, la ultrasonografía tridimensional y la resonancia magnética, pueden medir los volúmenes gástricos y son alternativas prometedoras para la evaluación no invasiva de la acomodación gástrica45,46.

Nuevas técnicas de evaluación en la dispepsia funcional

Pruebas de consumo de agua

La prueba de consumo de agua se desarrolló inicialmente como un examen de provocación para investigar los patrones sintomáticos y la capacidad de tolerar un volumen específico de líquido en el estómago de los pacientes con DF. En la aplicación inicial de la prueba, se indicó a 24 pacientes con DF y a 24 voluntarios sanos que consumieran libremente agua sin gas a temperatura ambiente en un plazo de 5 minutos. Al mismo tiempo, se documentaron los síntomas gastrointestinales superiores mediante encuestas de evaluación de síntomas. Los resultados mostraron que los pacientes con DF toleraron cantidades menores y obtuvieron puntuaciones más altas en síntomas de sensación de plenitud, saciedad, hinchazón y náusea47.

La prueba de consumo rápido de agua, que consiste en ingerir 100 ml de agua por minuto hasta alcanzar la puntuación más alta de malestar o la ingesta máxima de agua en un periodo de 5 minutos, es sencilla y parece ser reproducible; sin embargo, es susceptible a variaciones de sexo. Los inconvenientes de la prueba de ingesta rápida de agua son su metodología no fisiológica, la utilización de un estímulo no calórico y el hecho de que el sujeto sea consciente del volumen ingerido48.

Boeckxstaens et al.48 realizaron un estudio en el que se aplicó la prueba de consumo rápido de agua a 25 sujetos sanos y 42 pacientes con DF. Después de cada ingesta de 100 ml se evaluaron los síntomas gastrointestinales superiores. En particular, los pacientes con DF mostraron una menor tolerancia a volúmenes mayores y notificaron puntuaciones más altas y persistentes de los síntomas durante la prueba48.

Prueba de consumo rápido de bebida nutritiva

En el estudio de Boeckxstaens et al.48 también se utilizó la prueba de bebida nutritiva para evaluar a los pacientes con DF. Tanto los pacientes con DF como los sujetos sanos consumieron 100 ml de bebida nutritiva hasta alcanzar una puntuación de malestar de 5. El patrón de ingestión fue similar al de la prueba de consumo rápido de agua. En este estudio, los pacientes con DF manifestaron una menor tolerancia en comparación con los sujetos sanos, a la vez que informaron de puntuaciones de síntomas más altas y persistentes durante la prueba. Estos resultados coinciden con los de la prueba rápida de ingesta de agua, pero el volumen tolerado de bebida nutritiva fue notablemente inferior.

Prueba de saciedad y prueba de bebida nutritiva lenta

La presentación inicial de una de ingesta lenta de nutrientes se remonta a 199850. La prueba se diseñó para evaluar la acomodación gástrica de forma no invasiva. Consiste en que el paciente consume una bebida líquida con nutrientes mixtos administrada a través de una bomba de infusión a un ritmo gradual y constante hasta que alcanza la máxima puntuación de saciedad, denotada como 5 sobre 6 en una escala Likert de saciedad de 0-650. En el informe inicial sobre la prueba, los pacientes con DF bebieron significativamente menos que los sujetos sanos. El resultado se asoció con una alteración de la acomodación gástrica, pero no con una disminución de la velocidad de vaciado gástrico51. Para revelar el impacto de la densidad calórica (1.5-2.0 kcal/ml) en la prueba, Tack51 demostró que incluso con la ingesta de una bebida más alta en calorías las puntuaciones de saciedad no diferían significativamente. Estas observaciones indican que la prueba se rige intrínsecamente por el volumen, en consonancia con su propósito de evaluar de manera cuantitativa la acomodación gástrica.

Otro método de evaluación es la prueba de ingesta lenta de nutrientes51. Kindt et al.52 evaluaron la reproducibilidad de esta prueba en 78 pacientes con DF y 34 controles sanos. La cantidad máxima ingerida fue significativamente menor en los pacientes con DF. La reproducibilidad de la prueba fue excelente, lo que identifica su posible papel como herramienta no invasiva para diagnosticar alteraciones de la acomodación gástrica y para evaluar la capacidad de respuesta al tratamiento.

Prueba de bebida y ultrasonografía

Hata et al.53 realizaron un estudio para evaluar las funciones motoras y sensoriales gástricas mediante una prueba de bebida y ultrasonografía, incluyendo 20 sujetos sanos y 26 pacientes con DF diagnosticados según los criterios Roma III.

La prueba de bebida y ultrasonografía se realizó tras un periodo mínimo de ayuno de 6 horas. Durante la fase de bebida, los sujetos consumieron 200 ml de agua a intervalos de 2 minutos, repetidos cuatro veces (en total 800 ml). La prueba cesó cuando los sujetos se sintieron incapaces de ingerir más. La evaluación del periodo de vaciado tuvo lugar 5 y 10 minutos después de consumir 800 ml o de interrumpir la prueba, lo que marcaba el final de esta. La vista transversal del estómago proximal se observó mediante ultrasonografía extracorpórea, utilizando el décimo espacio intercostal con el bazo como ventana de eco. La medición de la sección transversal máxima del estómago proximal se realizó antes de la ingesta de agua y después de cada intervalo de 2 minutos de consumo de agua, y 5 y 10 minutos después de la finalización de la prueba. Tras la congelación de la imagen, se utilizó el sistema de ultrasonografía para delinear la superficie mucosa del lumen gástrico y, a continuación, se calculó el área de la sección transversal. Durante el periodo de consumo de agua se evaluaron los síntomas abdominales en cinco ocasiones. Se preguntó específicamente a los participantes sobre cualquier impedimento para beber atribuido a síntomas como plenitud abdominal y dolor epigástrico. Los resultados del estudio mostraron que el área media de la sección transversal del fórnix gástrico tras la ingesta de 800 ml de agua se redujo notablemente en el grupo con DF en comparación con el grupo control. Aunque no se observaron diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos, el valor medio del área transversal del fórnix en el grupo con DF superó al del grupo control, lo que indica un posible retraso en el vaciado en los individuos con DF. En el grupo con DF se manifestaron síntomas notables, como plenitud abdominal y dolor epigástrico, inmediatamente después de iniciar la ingesta de agua. La puntuación sintomática mostró una diferencia significativa entre el grupo control y el grupo con DF en cada momento de la evaluación, lo que indica una mayor sensibilidad en los pacientes con DF53.

Resonancia magnética funcional

La resonancia magnética funcional es una técnica utilizada para analizar las alteraciones regionales de la oxigenación y del flujo sanguíneo dentro del cerebro. Detecta cambios en el volumen de las regiones cerebrales activas mediante señales BOLD (dependientes del nivel de oxigenación de la sangre), que indican la relación entre la intensidad de la señal de la resonancia magnética y los niveles de oxigenación de la sangre. Las variaciones en estas señales se producen debido a fluctuaciones en los niveles de desoxihemoglobina, que pueden originarse por cambios en los estados cognitivos durante las tareas o durante los periodos de reposo54. Los pacientes con DF presentan diversas irregularidades en regiones cerebrales específicas. Vandenberghe et al.55 llevaron a cabo un estudio en 16 pacientes con DF en quienes utilizaron balones gástricos y observaron una actividad anómala en varias áreas cerebrales, como la circunvolución precentral (en ambos lados), la circunvolución frontal inferior (en ambos lados), la circunvolución frontal central, la circunvolución temporal superior, ambos hemisferios del cerebelo y la circunvolución temporal inferior en el lado izquierdo.

Conclusiones

En conclusión, la DF representa un diagnóstico complejo que requiere una cuidadosa exclusión de enfermedades orgánicas guiándose por los criterios de Roma IV y por herramientas como el cuestionario PAGI-SYM.

La figura 2 resume el abordaje clínico propuesto. Este enfoque sistemático permite una mejor clasificación y un manejo personalizado del paciente con dispepsia.

Figura 2. Resumen del abordaje y la clasificación de la dispepsia (adaptado de United European Gastroenterology (UEG) and European Society for Neurogastroenterology and Motility (ESNM) consensus on functional dyspepsia56).

Financiamiento

Los autores declaran no haber recibido financiamiento para este estudio.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener conflicto de intereses.

Consideraciones éticas

Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.

Confidencialidad, consentimiento informado y aprobación ética. El estudio no involucra datos personales de pacientes ni requiere aprobación ética. No se aplican las guías SAGER.

Declaración sobre el uso de inteligencia artificial. Los autores declaran que no utilizaron ningún tipo de inteligencia artificial generativa para la redacción de este manuscrito.

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